Los 4 pilares de la educación.
La educación deberá transmitir, masiva y eficazmente, un volumen cada
vez mayor de conocimientos teóricos y técnicos evolutivos, adaptados a la
civilización cognoscitiva, porque son las bases de las competencias del futuro.
Simultáneamente, deberá hallar y definir orientaciones que permitan no dejarse
sumergir por las corrientes de informaciones más o menos efímeras que invaden
los espacios públicos y privados y conservar el rumbo en proyectos de
desarrollo individuales y colectivos. En cierto sentido, la educación se ve
obligada a proporcionar las cartas náuticas de un mundo complejo y en perpetua
agitación y, al mismo tiempo, la brújula para poder navegar por él.
Para cumplir el conjunto de las misiones que le son propias, la
educación debe estructurarse en torno a cuatro aprendizajes fundamentales que
en el transcurso de la vida serán para cada persona, en cierto sentido, los
pilares del conocimiento: aprender a conocer, es decir, adquirir los
instrumentos de la comprensión; aprender a hacer, para poder influir sobre el
propio entorno; aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los
demás en todas las actividades humanas; por último, aprender a ser, un proceso
fundamental que recoge elementos de los tres anteriores. Por supuesto, es- tas
cuatro vías del saber convergen en una sola, ya que hay entre ellas múltiples
puntos de contacto, coincidencia e intercambio.
APRENDER A CONOCER
Este punto habla de la adquisición del conocimiento clasificado y
codificado de los instrumentos mismos del saber, y consiste en que cada persona
en aprender a comprender el mundo que nos rodea, para vivir con dignidad,
desarrollar sus capacidades y comunicarse con los demás. Pues es el placer de
comprender, de conocer, de descubrir. El incremento del comprender mejor las
múltiples facetas del propio entorno, favorece el despertar de la curiosidad
elemental intelectual.
En los niveles de enseñanza secundaria y superior, la formación inicial
debe proporcionar a todos los alumnos los instrumentos, conceptos y modos de
referencia resultantes del progreso científico y de los paradigmas de la época.
Aprender para conocer supone, en primer término, aprender a aprender,
ejercitando la atención, la memoria y el pensamiento. Desde la infancia, sobre
todo en las sociedades dominadas por la imagen televisiva, el joven debe
aprender a concentrar su atención en las cosas y las personas. La vertiginosa
sucesión de informaciones en los medios de comunicación y el frecuente cambio
de canal de televisión, atentan contra el proceso de descubrimiento, que
requiere una permanencia y una profundización de la información captada. Este
aprendizaje de la atención puede adoptar formas diversas y sacar provecho de
múltiples ocasiones de la vida (juegos, visitas a empresas, viajes, trabajos
prácticos, asignaturas científicas, etcétera).
APRENDER A HACER
Aprender a conocer y aprender a hacer son, en gran medida,
indisociables. Pero lo segundo está más estrechamente vinculado a la cuestión
de la formación profesional.
Los aprendizajes deben de evolucionar y ya no pueden considerarse mera
transmisión de prácticas más o menos rutinarias, aunque éstas conserven un
valor formativo que no debemos desestimar.
El dominio de las dimensiones cognoscitiva e informativa en los sistemas
de producción industrial vuelve algo caduca la noción de calificación al, entre
otros en el caso de los operarios y los técnicos, y tiende a privilegiar la de
competencia personal.
La yuxtaposición de las tareas obligadas y del trabajo fragmentado cede
ante una organización en "colectivos de trabajo" o "grupos de
proyecto", siguiendo las prácticas de las empresas japonesas: una especie
de taylorismo al revés.
Muchos servicios se definen principalmente en función de la relación
interpersonal que generan. Podemos citar ejemplos tanto en el sector comercial
(peritajes de todo tipo, servicios de supervisión o de asesoramiento
tecnológico, servicios financieros, contables o administrativos) que prolifera
nutriéndose de la creciente complejidad de las economías, como en el sector no
comercial más tradicional (servicios sociales, de enseñanza, de sanidad,
etcétera).
La relación con la materia y la técnica debe ser complementada por una
aptitud para las relaciones interpersonales. El desarrollo de los servicios
obliga, pues, a cultiva cualidades humanas que las formaciones tradicionales no
siempre inculcan y que corresponden a la capacidad de establecer relaciones
estables y eficaces entre las personas.
No existe ninguna función referencia1 laboral; los conocimientos
técnicos suelen ser de tipo tradicional. Además, la función del aprendizaje no
se limita al trabajo, sino que debe satisfacer el objetivo más amplio de una
participación en el desarrollo dentro de los sectores estructurado o no
estructurado de la economía. A menudo, se trata de adquirir a la vez una
calificación social y una formación profesional.
APRENDER A VIVIR JUNTOS
Este punto trata de la violencia impera en el mundo contradice la
esperanza que algunos habían depositado en el progreso de la humanidad. La
historia humana siempre ha sido conflictiva, A través de los medios de
comunicación masiva, la opinión pública se convierte en observadora impotente,
y hasta en rehén, de quienes generan o mantienen vivos los conflictos.
La idea de enseñar la no violencia en la escuela es loable, aunque sólo
sea un instrumento entre varios para combatir los prejuicios que llevan al
enfrentamiento. Es una tarea ardua, ya que, como es natural, los seres humanos
tienden a valorar en exceso sus cualidades y las del grupo al que pertenecen y
a alimentar prejuicios desfavorables hacia los demás.
La educación tiene una doble misión: enseñar la diversidad de la especie
humana y contribuir a una toma de conciencia de las semejanzas y la
interdependencia entre todos los seres humanos. Desde la primera infancia, la
escuela debe, pues, aprovechar todas las oportunidades que se presenten para
esa doble enseñanza. Algunas disciplinas se prestan particularmente a hacerlo,
como la geografía humana desde la enseñanza primaria y, más tarde, los idiomas
y literaturas extranjeros.
Cuando se trabaja mancomunadamente en proyectos motivadores que permiten
escapar a la rutina, disminuyen y a veces hasta desaparecen las diferencias -e
incluso los conflictos-entre los individuos. Esos proyectos que permiten
superar los hábitos individuales y valoran los puntos de convergencia por
encima de los aspectos que separan, dan origen a un nuevo modo de
identificación.
APRENDER A SER
El informe Aprender a ser manifestaba en su preámbulo el temor a una des
humanización del mundo vinculada a la evolución tecnológica. La evolución
general de las sociedades desde entonces y, entre otras cosas, el formidable
poder adquirido por los medios de comunicación masiva, ha agudizado ese temor y
dado más legitimidad a la advertencia que suscitó.
La función esencial de la educación es conferir a todos los seres
humanos la libertad de pensamiento, de juicio, de sentimientos y de imaginación
que necesitan para que sus talentos alcancen la plenitud y seguir siendo artífices,
en la medida de lo posible, de su destino.
En la escuela, el arte y la poesía deberían recuperar un lugar más
importante que el que les concede, en muchos países, una enseñanza interesada
en lo utilitario más que en lo cultural. El afán de fomentarla imaginación y la
creatividad debería también llevar a re valorar la cultura oral y los
conocimientos extraídos de la experiencia del niño o del adulto.
Aprender a ser: El desarrollo tiene por objeto el despliegue completo
del hombre en toda su riqueza y en la complejidad de sus expresiones y de sus
compromisos; individuo, miembro de una familia y de una colectividad, ciudadano
y productor, inventor de técnicas y creador de sueños.
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